Publicado por: Gabriela Saenz
No hay modo de sustraerse de la realidad sin mutilarse, ni modo de evitar toparse con lo real a cada momento ( de aquello que la mayoría declaramos como “real”). El ser humano compuesto por su compleja red de células y energías diversas que lo animan, no está capacitado para permanecer aislado por mucho tiempo: somos creaturas sociables e insistir en la mutilación de cualquier parte de nuestro ser solo puede conducirnos al aislamiento, enemigo de la plenitud para el ser humano, por tanto, contrario a su fin último. Pero lo más maravilloso es que la naturaleza ¡Lo ha previsto todo! E incluyendo nuestros posibles auto-ataques suicidas, ha puesto cartas en el asunto: por más que en apariencia alguien resista los embates que resulten consecuencia de su fragmentación autoinflijida, al final tendrá que ceder ante la presión que la vida _y por ende la muerte_ harán sobre él.
El debate consiste entonces no tanto en descubrir sí será posible desaparecer partes de nuestro ser, de nuestra concepción acerca del mundo perfecto e ideal o de nuestro universo abstracto de ideas y sentimientos, sino en inventarse los recursos necesarios para más que capotear los reveces de la vida nos sea dado enfrentarlos y extraer de ellos el jugo de la vida con su pasado, presente y futuro (que en realidad son una misma cosa…) gustando de la experiencia que ese desmadejarla otorga, de esa sabiduría que nos regala lo pagado a sangre y sudor: un sabor a saciedad, a conciencia ¡A libertad!...
Gabriela Saenz/Monterrey N.L./México/ Abril 2008
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Aaayyyyy!!!! si pudiera poseerte (en el sentido satanico, claro) sin duda vomitaria algo asi, lleno de verdad y realidad que golpea, hermoso Gaby, hermoso, tengo una sonrisa estupida en mi cara y una ligera agitacion en el pecho, signo inequivoco de que estoy viva y conciente y disfrutandote en cada mendiga letra.
ResponderBorrarAjajajja...no hace falta decir nada! Sabemos bien de donde nace el amor, el mar del Amor; imposible es llorar sin reír, reír sin llorar...vivir sin amar y amar sin vivir. Esto es plenitud, después ¡Venga la muerte! ( ¿Acaso la Resurrección?)
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