jueves, 22 de mayo de 2008

Bajo el plata de la Luna llena: SURF Imperial



Surf bajo la luz de la luna: solo para devotos… Publicado Por: Gabriela Saenz

Si te gusta el deporte de remontar las olas en tabla o has planeado alguna vez intentarlo en ese viaje ideal a la playa de tus sueños, deberías saber que la experiencia culmen en este _según los mismos surfistas_ tiene lugar bajo el cielo nocturno, cuando las olas suelen ser más consistentes y el sonido del silencio te conmueve hasta convertir la experiencia en un ritual cósmico de primer nivel.

Puede ser que aún no hayas escuchado de esto, pues su praxis es una experiencia casi exclusiva de los más devotos, experimentados y osados fans que, sin embargo, ha cobrado un auge que va en aumento.

En las islas Polinesias y más específicamente en las Islas Hawaii _donde por cierto, el remontaje de olas tiene su cuna_ los seguidores del “Deporte de la Realeza” reportan que esto de armarse de valor e introducirse al mar en la noche, se está convirtiendo en una subcultura dentro de otra subcultura con el plus de que su práctica va recubierta por cierta aura mística: sí, esa sensación de secreto elevado que solo provocan en nuestra psiquis los rituales auténticos, aquello que en primer término es exclusivo para unos cuantos y a lo que solo “acceden” ciertos individuos, es obvio que en consecuencia esto le añade un dejo de súper especial para los amantes del género. Y es que cada día es más común que los mejores surfistas de las islas se encuentren en las playas del Este de Waikiki al punto de la medianoche, teniendo como juez a la ”Reina Luna” en su fase completa y así probarse a sí mismos no tanto la valentía, sino la destreza adquirida a través de la experiencia _casi siempre de años_ de literalmente mantenerse en pie sobre las olas marinas.

Llevando solo sus sandalias y su tabla, así como la vestimenta adecuada (prefieren las fabricadas con colores brillantes especiales para estas sesiones) allí, frente al océano comienza la odisea que en la mayoría de los casos inicia con un proceso de integración al grupo casual reunido con este fin en torno a la playa.

La camaradería surgirá solo cercano el momento de introducirse al mar, entonces el anonimato cederá para dar paso a las presentaciones un tanto más cálidas pero aun escuetas, seguidas por la charla obligada sobre las condiciones del mismo y las posibles dificultades: en un mutuo cuidarse las espaldas. Esta práctica es predominantemente “Comunal” ¡nadie quiere quedarse absolutamente solo en la vastedad plateada, teniendo como único testigo bajo el cielo los peces que abundan a esa hora! y aunque existen familias completas que lo practican, es mucho más frecuente que sean los varones más experimentados y/o los más jóvenes los que suelan buscar esta experiencia y aún más, repetirla.

Llegado el momento, este encuentro de grupo será la mayor de las veces “casual” y es mucho más posible que los individuos allí reunidos no lleguen a relacionarse fuera de este ámbito de agua, sal y luna llena, sin embargo, las imágenes visuales, auditivas y olfativas del momento se registrarán con tal fuerza durante el transcurso del ejercicio, que se recordarán posteriormente como fotografías que hubieran sido grabadas en lo más profundo del cerebro, allí donde solo se guarda lo más importante, y no será posible desprenderse de la experiencia como conjunto.

Tom Blake, un famoso y legendario surfista de principios del siglo pasado y quién migrara de Londres a Waikiki fue el primero en divulgar que los jóvenes de las etnias de la isla practicaban de manera habitual el remontaje de olas las noches de luna llena, llevando consigo antorchas encendidas para iluminar alrededor de sí mismos. La visión en movimiento de las figuras de los robustos varones sobre las olas y el silencio circundante en medio de aquella majestuosa y acaso arrogante escena marina, provocaría en Blake un respeto inmediato por el ritual que lo mantendría “encendido” ( según sus propias palabras) hasta el fin de sus días…Y la escena no ha cambiado mucho en esencia hasta nuestros días: las figuras de los surfistas a contraluz aún bordean los límites entre lo real y lo que no lo es, desafiantes; se acercan más a una impresión surrealista de género desconocido, la luz difusa de la luna llena baña con sus matices de plata los cuerpos y las olas: las tablas parecen desaparecer para dar paso a la imagen del surfista, libre y victorioso, dominando con la intensidad de su arrojo la fuerza del océano en su estado más primitivo: de noche.

Derek Ferrer _un periodista aficionado a esta práctica_ comentó alguna vez que lo más impactante sobre el remontaje nocturno, es el poder que tiene para provocar y expandir la inmersión a una profunda ascesis con la tabla y fundirla al instante presente… esta experiencia es sin lugar a duda lo que se denomina en lenguaje coloquial una experiencia de carácter religioso, admirable y envidiable en su más amplio sentido ¿no te parece?

Quizá para hacerla tuya solo tendrás que esperar (mejor sería programar) que tu próximo viaje a la costa coincida con el almanaque de la fase lunar adecuada… ¡Suerte en las olas!

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