Publicado por: Gabriela Saenz
El escritor mexicano Alvaro Enrigue ha escogido el tema de la reencarnación para narrar cinco historias de amor de un mismo personaje en diferentes momentos de la historia en su última novela, Vidas perpendiculares. En rueda de prensa en Barcelona, Enrigue explicó el pasado mes de Mayo que su idea a la hora de pensar la obra fue contar "una historia de amor que fuera contable y cómo renovar ese discurso de 36.000 años". Ayer mismo en la ciudad, al presentar la novela bajo el auspicio de la UANL ( en el marco de las celebraciones del 75 Aniversario de la Universidad) y la Cátedra Anagrama, Enrigue enfatizó la búsqueda de un lenguaje propio al ser cuestionado por David Toscana (también novelista) -y quien fungió como presentador- sobre el fundamento y origen de la narrativa expuesta en el texto de su novela.
Precisando su postura personal sobre lo que ha publicado anteriormente la crítica especializada acerca de su obra -y muy en especial sobre Vidas Perpendiculares- donde el punto de vista general de los expertos coincide en que es el planteamiento de la novela de Alvaro Enrigue lo que propone n o v e d a d: su acción lineal ( sobre y en el tiempo...) sobre la vida entrelazada de las "vidas perpendiculares" de Jerónimo Rodríguez Loera (personaje central de la mencionada novela) quién, en cada una de esas confrontaciones-nacimientos o "alumbramientos", encontrará no solo el amor , sinó la pulsión erótica como un vaso comunicante que lo contenga de modo p a r c i a l pero que simultáneamente exprese su naturaleza real y lo redescubra, hasta conucirlo a un pleno asumirse como individuo "totalizado".
Sobre esta novela con una estructura que Herralde ha definido como "experimento que trata de borrar el límite entre la novela y el cuento" el mismo Enrigue ha dicho que fué un trabajo "difícil de escribir y también de corregir".
El autor mexicano (nacido en 1969) ha escrito en referencia al uso de ciertos elementos desestabilizantes presentes en su trabajo: "Toda la literatura, como cualquier producto de la civilización, está fundamentada en la administración racional de la violencia y el deseo. Los seres humanos somos capaces de la más poética solidaridad, pero también de atrocidades sublimes. No hay nada que hacer y nada que agregar: la literatura, en la medida en que siga pretendiendo conmover la sensibilidad de quienes se acercan a ella, seguirá celebrando lo que tenemos de elemental, utilizándolo como catalizador de la virtud, vislumbrando en ello un universo sólido en el que todo tiene correspondencia: el que es presa de la violencia o el deseo —o las dos al mismo tiempo— sabe lo que quiere y sabe cómo conseguirlo. La tragedia es imposible sin ese principio"
Alvaro Enrigue se asume como escritor de narrativa que busca romper los viejos esquemas rígidos de la novela clásica (aunque la crítica no siempre comparte este punto de vista suyo) que busca encaminar la prosa hacia un lenguaje más libre, mas cercano a la plástica y a la música que al ensayo o la disertación. Intuitivo y sagáz, este joven escritor parece seguir la estela de su propia premonición al enfrentarse al oficio de narrar anécdotas, y darles una estructura que justifique su lectura.
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