domingo, 25 de julio de 2010
De nuevo con Jaime LABASTIDA
De "Dominio de la tarde" 1991
Horas
11.30 p.m.
Durísima la luna. Igual que tú, tan lejos.
Suéñame, te digo, como te sueño aquí,
hasta que los dos sueños se conviertan en fuego,
hasta que mi aliento sea el tuyo,
hasta que respiremos cada uno
por la boca del otro. La luna
asoma, llena y sorda. No estás
al otro lado del teléfono y sólo
por un hilo de sueño podré hablarte.
Paz y fuerza me habitan. Entro
con pies descalzos en el lecho.
Estás hecha de espumas, estás
hecha de nubes, estás hecha de luz.
Compartamos los sueños.
10.30. a.m.
Moles de nieve, quietas, perturbadas
apenas por la luz. Nada conmueve
al resplandor, arriba. El cielo está
desnudo. El vértigo está aquí,
adentro, en la conciencia.
La nube derretida es piedra densa.
Más en calma este mar de vapores
que las nieves deshechas en la cumbre.
Allá la roca dura, el hielo, la nostalgia.
Un techo largo aquí, de plomo,
lagunas sólidas de plomo.
Yo viajo lentamente, encima de un gran
mar, blanco y sin sangre. El mundo
tiembla, abajo. Un segundo después,
la vida será otra. Nada más frágil
que este valle de nubes, arriba
del Atlántico. La rotación insomne
de la tierra, el calor implacable,
el viento cruel, el simple y lento
tránsito del tiempo, la más ligera
sombra, destruirán el paisaje.
Nadie podrá volver hasta este
sitio. Baja el avión y el valle
no se altera. Atrás, horas atrás,
queda el desierto techo sin fronteras.
Pongo mi pie en la tierra, entro
en la sombra. El tiempo se estremece.
8.30 p.m.
Sé que voy a morir. Lo sé de cierto.
He vivido como si la muerte fuera
un recuerdo lejano. Pero tú has hecho
que la luz se prolongue en la alcoba.
¿Esa piel que tocaba en el sueño
era la tuya? Era en verdad la piel
amada de tu cuerpo entero.
Has hecho que renazca.
La luz, el cielo, el mundo
eran tiniebla. Pero viniste tú,
como nacida desde una piedra de fuego.
Llegaste como un pájaro súbito,
como un rayo de espuma. Semejabas
un espejo de soles, un mar de luz
que me envolvía. Amanecí. El sueño
era desnudo campo compartido.
Soñaba que te ahogaba
con mi aliento de hombre.
Iguales ambos sueños, te soñaba
como si mi cerebro anidara en tu cráneo,
como si el territorio de los sueños
fuera el débil territorio de una sangre común.
Tú te abrías como el mar,
para tragarme. Como la nube blanca,
envolviéndome, como la tierra negra.
El sueño era verdad. Entrábamos en él,
como por un espejo. Salíamos desde él,
como a través de una puerta de viento.
Mis ojos eran tuyos. Tus ojos me miraban
en la penumbra blanca de la alcoba.
Despertar o dormir era lo mismo.
Vivíamos vidas iguales, a un lado
y otro de la muerte, el amor era el mismo
de un lado y otro de la vida.
Te besé hasta la dicha, te mordí
hasta la muerte. Granada
fue tu boca,
tamarindo
tus labios.
Compartimos el sueño.
Poeta,periodista y ensayista mexicano nacido en Los Mochis, Sinaloa en 1939. Licenciado en Filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México,realizó allí estudios de postgrado
y ejerció como profesor. Formó parte del grupo literario La Espiga Amotinada, fue director de la revista Pluraly presidente del Instituto Mexicano-Cubano de Relaciones Culturales. Actualmente es Miembro de Número de la Asociación Filosófica de México, Miembro de Número de la Academia Mexicana de la Lengua y director de Siglo XXI Editores. Ha publicado, entre otros libros, "El amor, el sueño y la muerte en la poesía mexicana", "La palabra enemiga",
"Elogios de la luz y la sombra", "Humboldt, ciudadano universal", y "Cuerpo, territorio, mito". Parte de su obra poética está contenida en "El descenso" 1960, "La feroz alegría" 1965, "A la intemperie" 1970,"Obsesiones con un tema obligado" 1975, "Las cuatro estaciones" 1981, y "Dominio de la tarde" 1991, integradas en el volumen "Animal de silencios".
Labastida ha sido galardonado con importantes premios, entre los que se destacan, Premio Tuxtla Gutiérrez 1980,Premio Internacional de Poesía Ciudad de la Paz 1981, Premio José Fuentes Mares 1987, Premio Nacional de Periodismo en 1992, y Premio López Velarde 2007.
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