Publicado por: Gabriela Saenz
Sobre Articulo publicado en el Periòdico El Universal.)
Entrevista a Arturo Rivera. Ciudad de Mèxico . Archivo de Mayo de 2006.
Desde niño encontró en el arte una forma de canalizar su fascinación por la muerte y una válvula de escape para sus miedos:Pintar con dolor en el alma. Pintar para sacar ese dolor. Pintar la belleza de lo terrible para no traspasar el umbral de la locura.
Buscar la muerte a través de los excesos del alcohol y las drogas, y luego vomitarlos en una obra que estremece, que perturba y que conmueve. Así ha sido la vida de Arturo Rivera (ciudad de México, 1945).
A sus 61 años, este hombre de contrastes asegura que ha aprendido a encontrar los matices: ya no es blanco o negro, vida o muerte."Los ataques de pánico me los sé de memoria. No digo que ahora los controlo, pero para ayudarme sicológicamente siempre traigo mi pastillero con un Rivotril (ansiolítico). Ya no me lo tomo, pero lo cargo por si las dudas, porque no quiero volver va pasar por eso". Rivera, quien recientemente fue reconocido en China con el Gran Premio de la segunda Bienal Internacional de Arte de Pekín, hurgó en sus heridas para platicar con EL UNIVERSAL, en su taller de la colonia Condesa. Ahí presumió su colección de cráneos, lo más reciente de su pintura texturizada y la tranquilidad que ha encontrado al lado de su actual pareja, Ana.Sobre la obra y vida de Francisco Hernàndez el poeta mexicano:
Nacido en San Andrés Tuxtla, Veracruz, en 1946.Es una de las voces representativas de la nueva poesía mexicana. Su poesía es muy versátil y maneja con igual vigor los temas sensuales, el humor negro y la añoranza.En 1982 obtuvo el Premio Nacional de Poesía de Aguascalientes, en 1993 el Premio Carlos Pellicer para Obra publicada y en 1994 el Premio Xavier Villaurrutia. Actualmente es becario del sistema nacional de Creadores de Arte del FONCA.«Gritar es cosa de mudos» en 1974, «Portarretratos» en 1976, «Textos criminales» en 1980, «Mar de fondo» en 1982, «Oscura coincidencia» en 1986, «El ala del tigre» en 1991 y «Antojo de Trampa» -selección de su obra- en 1999, son sus obras más significativas.
Ahora, rojo es el lenguaje,
rojo como mi lengua cuando pasa
sobre la flor labiodental del flamboyán.
Ahora, tu cara es roja,
roja como cuando se enfrenta
a la rubicundez arrugada de mi cara.
Ahora, más que nunca,
rojo antojo de tus grandes ojos.
(Sobre una llave de agua, canta un gallo
blanco a punto de enrojecer.)
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