lunes, 12 de enero de 2009

JUAN RULFO: Ese México de Polvo













































Publicado por
: Gabriela Sáenz

"...Ahora todo ha pasado. Tanilo se alivió hasta de vivir. Ya no podrá decir nada del trabajo tan grande que le costaba vivir, teniendo aquel cuerpo como emponzoñado, lleno por dentro de agua podrida que le salía por cada rajadura de sus piernas o de sus brazos. Unas llagas así de grandes, que se abrían despacito, muy despacito, para luego dejar salir a borbotones un aire como de cosa echada a perder que a todos nos tenía asustados.

Pero ahora que está muerto la cosa se ve de otro modo. Ahora Natalia llora por él, tal vez para que él vea, desde donde está, todo el gran remordimiento que lleva encima de su alma. Ella dice que

ha sentido la cara de Tanilo estos últimos días. Era lo único que servía de él para ella; la cara de Tanilo, humedecida siempre por el sudor en que lo dejaba el esfuerzo para aguantar sus dolores. La sintió acercándose hasta su boca, escondiéndose entre sus cabellos, pidiéndole, con una voz apenitas, que lo ayudara. Dice que le dijo que ya se había curado por fin; que ya no le molestaba ningún dolor. Ya puedo estar contigo, Natalia. Ayúdame a estar contigo", dizque eso le dijo.

Acabábamos de salir de Talpa, de dejarlo allí enterrado bien hondo en aquel como surco profundo que hicimos para sepultarlo.

Y Natalia se olvidó de mí desde entonces. Yo sé cómo le brillaban antes los ojos como si fueran charcos alumbrados por la luna. Pero de pronto se destiñeron, se le borró la mirada como si la hubiera revolcado en la tierra. Y pareció no ver ya nada. Todo lo que existía para ella era el Tanilo de ella, que ella había cuidado mientras estuvo vivo y lo había enterrado cuando tuvo que morirse."


Talpa (extracto) de "El llano en llamas".




El escritor del cielo abierto de ése México rural, y sus lindes que riberan campos de magueyes y atardeceres violetas. El mismo Juan Rulfo, cuya obra breve es considerada baluarte y simiente de la prosa mexicana; obra que engendra y retoma a versos lo más valioso de la sabiduría de su gente, la sencilla: la del campo de los sueños y de los años de San Gabriel, y esos caminos de tierra y polvo, y guerra y muertos que marcaron con su recuerdo el aura amarilla y grisácea de la infancia del escritor, allí transcurrida. Ahora, el lector que busca la frontera de Rulfo, también podrá descubrir su facción en algunas de sus mejores fotografías, recientemente presentadas en una nueva edición muy bien cuidada, que contiene adicionalemente, textos del también mexicano de las letras Carlos Fuentes.

El libro-catálogo que fué magníficamente editado por la Virreina y Lunwerg con el apoyo de Caja Madrid, y que reúne 187 imágenes, ratifica en imagen, la obra y la palabra sin tiempo de este escritor y hechicero de la austeridad, del vigía. Del Cuidador que resguarda el sueño de un país que aún duerme; bajo la tutela de una promesa mil veces reiterada; (quizá irrealizable) y que, sin embargo, permanece despierta y vivísima... igual que haría la novia la noche que precede al día de sus nupcias: en la espera de un amanecer que abraze con su tatuaje de soles y primaveras, su mutilada y egreste ruralidad.

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