Publicado por: Gabriela Sáenz
El cáliz que embebe al creador (ó tejedor) es uno que hace deleite en su garganta y su pluma, pero no antes de rociarse del verso inflamado, y que, a destajo sucumbe entre carne y a besos. Y así, se consumen los cuerpos y en el rito eterno del fundirse Uno con El Amado, el poema nace; vertido en ese acto en el que proliferan cabellos y dientes; sudores y gemidos.
Los Amantes, Premio de Poesía Joven del estado de Tamaulipas en su convocatoria 1990, es un libro que resume en atinados versos que fueron amalgamados sobre la urdimbre de un lirismo que no pierde fuerza ante el rigurismo técnico: una obra que bien vale la pena recorrer en su totalidad.
Adosado a la circunstancia, el yo inmortal.- (Fragmento)
Se levanta el viento,
(las nubes azoradas se humedecen,
se escinden unas a otras),
tus labios fermentados riñen, sollozan
su canto,
tus besos se funden,
se convierten en polen macerado.
Comunión de cuerpos, rito,
ceremonia carnal
de goces continuos,
feroces),
avidéz frutal, rítmica,
acompasada;
movimientos líricos,
himeneo fugaz),
afuera,
el viento dobla flores nonatas
(resplandor de larvas llorosas,
de bulbos floridos,
de luciérnagas muertas).
Humores salinos que atraen tus poros,
cómplices de tu placer,
de tus senos, duraznos al tacto
(vuelan las mariposas con sus
tímidas aureolas levantadas,
pezones fértiles,
precipitados).
V.-
Con tu vientre
duermo. Gimen apacibles
tus delirios.
Las nubes, con la claridad del
que ordena; roncan, destrozan
sus arpas de arena,
Con su linfa,
con su saliva espesa,
con su esperma transparente.
Con su eterno anonimato.
Eterno es tu sueño llovido.
VII.-
La mañana y la niebla amargas se
despiden. Con el sabor suave del
escándalo satisfecho.
Carnales. Este es un canto
a tu cuerpo. A tus formas
redondas y felinas. A tus
colinas lamidas y tensas.
Amo tu lengua suavísima y
alargada.
Lanceta.
Atados a ellos, todos,
los que se aman:
los amantes.