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lunes, 22 de febrero de 2010

El impulso de un mexicano para regenerar su tierra...

Jesús León Santos.

Pocos lo saben, pero existe un premio tipo "Nobel" de Ecología y este año lo ha ganado Jesús León Santos, de 42 años, un campesino indígena mexicano que ha estado realizando en los últimos 25 años, un excepcional trabajo de reforestación en su región de Oaxaca, México.


El nombre del reconocimiento "Premio Ambiental Goldman"

fué creado en 1990 por dos generosos filántropos y activistas cívicos estadounidenses: Richard N. Goldman y su esposa Rhoda H. Goldman. El premio consta de una dotación de 150.000 USD ($2,154,000 M.N.) que se entrega cada
año en el mes de abril, en la ciudad de San Francisco, California (Estados Unidos) y que, hasta ahora, ha sido otorgado a defensores del medioambiente de 72 países.

La historia que hoy le ha merecido tal reconocimiento, inicia cuando Jesús León Santos tenía 18 años y decidió cambiar el paisaje donde vivía, en la Mixteca alta, la "tierra del sol": aquello parecía un panorama lunar… campos yermos y polvorientos, desprovistos de arboledas; sin agua ni frutos.

Había que recorrer grandes distancias en busca de agua y de leña. Casi todos los jóvenes emigraban para nunca regresar, huyendo de semejantes páramos y de ésa vida tan dura. Con otros comuneros del lugar, Jesús León se fijó el objetivo de reverdecer los campos, recurriendo a unas técnicas agrícolas precolombinas que le enseñaron unos indígenas guatemaltecos para convertir tierras áridas en zonas de cultivo y arboladas. ¿Cómo llevar el proyecto a cabo? Haciendo revivir una herramienta indígena también olvidada: El tequio, el trabajo comunitario no remunerado. Reunió a unas 400 familias de 12 municipios, creó el Centro de Desarrollo Integral Campesino de la Mixteca (Cedicam), y juntos, con recursos económicos limitadísimos, se lanzaron en la gran batalla contra la principal culpable del deterioro: La erosión.

En esa región Mixteca existen más de 50.000 hectáreas que han perdido unos cinco metros de altura de suelo desde el siglo XVI. La cría intensiva de cabras, el sobre pastoreo y la industria de producción de cal que estableció la Colonia deterioró la zona. El uso del arado de hierro y la tala
intensiva de árboles para la construcción de los imponentes templos dominicos contribuyeron definitivamente a la desertificación.


Jesús León y sus amigos impulsaron un programa de reforestación. A pico y pala cavaron zanjas-trincheras para retener el agua de las escasas lluvias, sembraron árboles en pequeños viveros, trajeron abono y plantaron barreras
vivas para impedir la huida de la tierra fértil.
Todo eso favoreció la recarga del acuífero. Luego, en un esfuerzo titánico, plantaron alrededor de cuatro millones de árboles de especies nativas, aclimatadas al calor.
Después, desarrollaron un sistema de agricultura sostenible y orgánica, sin uso de pesticidas, gracias al rescate y conservación de las semillas nativas del maíz, cereal originario de esta región, sembrando sobre todo una variedad muy propia de la zona, el cajete, que es de las más resistentes a la sequía.

Al cabo de un cuarto de siglo, el milagro se ha producido.

Hoy la Mixteca alta esta restaurada. Ha vuelto a reverdecer. Han surgido manantiales con más agua. Hay árboles y alimentos. La gente ya no emigra.

Actualmente, Jesús León y sus amigos luchan contra los transgénicos, y siembran unos 200.000 árboles anuales.

Cada día hacen retroceder la línea de la desertificación.

Con la madera de los árboles se ha podido rescatar una actividad artesanal que estaba desapareciendo: la elaboración en talleres familiares, de yugos de madera y utensilios de uso corriente. Además, se han enterrado en lugares estratégicos cisternas de ferrocemento, de más de 10.000 litros de capacidad, que también recogen el agua de lluvia para el riego de invernaderos familiares orgánicos.

El ejemplo de Jesús León es ahora imitado por varias comunidades vecinas, que también han creado viveros comunitarios y organizan temporalmente plantaciones masivas.


El Premio Ambiental Goldman
El Premio Goldman continúa hoy con su misión original de honrar cada año a héroes populares de la ecología en cada una de las seis regiones continentales habitadas del mundo: África, Asia, Europa, Islas y Naciones Isleñas, Norteamérica, y Sur y Centroamérica. El Premio rinde homenaje a quienes han venido realizando una constante e importante labor para proteger y mejorar el ambiente natural, frecuentemente a riesgo de sus propias vidas. Cada uno de los galardonados recibe $125,000 dólares, el mayor premio concedido a ecologistas de base. Para el Premio Goldman, son dirigentes "de base" aquellas personas involucradas en campañas locales que logran obtener cambios positivos mediante la participación de la comunidad o la ciudadanía en los asuntos que afectan su bienestar. Con su homenaje a estos líderes, el Premio busca inspirar a otras personas comunes y corrientes a actuar de forma extraordinaria para proteger el mundo natural.

Los ganadores del Premio
Los ganadores del Premio Goldman frecuentemente dedican sus esfuerzos a la protección de ecosistemas y especies en peligro, combatir proyectos destructivos de desarrollo, promover la sostenibilidad medioambiental, influir en la elaboración de normas protectoras del medio ambiente y luchar por la justicia ecológica. Con frecuencia el premio se ha otorgado a mujeres y hombres de aldeas remotas o barrios urbanos pobres que decidieron asumir grandes riesgos personales para proteger el medio ambiente.

2 comentarios:

Xitlally Romero dijo...

Qué gran historia. Gracias por compartirla, Gaby.

Gabriela Sáenz dijo...

Sí es increíble que a este tipo de noticias no se les dé el seguimiento adecuado.Es increíble también, y sobretodo, motivante descubrir que existen soluciones viables a los problemas ambientales que padece en la actualidad el planeta, y que tan sólo por una iniciativa lo suficientemente apasionada, se haya recuperado toda una región de nuestro México... maravilloso y alentador.
Saludos y un abrazo amiga.