Publicado por: Gabriela Sáenz
Madrugada Avanzamos por el fondo de barrancos, subimos
En el interior de la tienda reconocemos
Es necesario olvidar
Ventanales Del cristal, de su abdomen solar,
De la sangre transparente, del cielo
Nunca quise vivir en otro lado, nunca
Ruinas que viajan, oleadas de aire fresco
Soy un ser terrestre Debo presentar al río, a la calle,
Debo recordar aquella boca de noche,
Debo exigir a cada hoja seca de identidad,
No intenten cerrar mis ojos con sus
Andrea ¿Por qué no hablaste tú, si yo callé
Ahora el viento carga los granos de arcilla
el río arrulla a la ciudad
¿A dónde fuiste, Andrea? ¿Por qué
Es necesario olvidar y buscar la memoria bajo la tierra, bajo los espinos, bajo la arcilla azul… continuar a pesar del bagaje y del peso como roca de los sueños; de los inciertos sueños. Felipe Montes es poeta consagrado a la tierra; a su tierra, a su estirpe. Poeta de versos y luciérnagas que gestan a voces, el silencio que trepa por las gargantas-raíces. Poeta que narra desde las noches estrelladas y peregrinas, y que, a saltitos, se toma las almohadas y la voz-desierto del regiomontano universal: uno que de a de veras se sabe sólo anchura, sólo polvo. Para descifrar al escritor desde la plataforma de su vasto trabajo, basta mirar el Cielo que sostienen nuestros hombros de trabajo, el Cerro de la Silla y la “Eme”, el Cerro de la Campana y el del Obispado… reposando impasibles bajo el sol reluciente de este Monterrey que nos cobija: Montes es poeta de lo cierto que yace – o subyace- en lo incierto; poeta de nardos que sangran, suicidas y delirantes; narrador feroz y encarnecido de una generación que no da tregua: inmutable en apariencia, carcomida por la culpa en las entrañas y, sin duda, arrodillada ante sí misma.
Obra Publicada: Casa Natal (poesía), Catedrales (poesía), El Vigilante (Novela), Sólido Azul (Novela), El Enrabiado (Novela), El Evangelio del Niño Fidencio (Novela).
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