Publicado por: Gabriela Sáenz
En el marco mágico y tropical de la ciudad de Santiago, Cuba, se celebró el XXIX Festival del Caribe o también comocida como "Fiesta Del Fuego".
Con una serie de eventos artísticos y culturales que este año se dedicaron al país de Honduras, y cuya delegación, cabe mencionar, ante los acontecimientos de carácter político y social de los últimos días, no pudo asistir, fué honrada en diferentes actos, entrevistas e inaguraciones por las diversas delegaciones internacionales.
El grupo de México fué el más numeroso en participación, y entre las presencias más destacadas cabe mencionar la de los muralistas Julio Carrasco Breton y Polo Castellanos, Gabriela Alvares, Edgar Garcilazo, el poeta Jorge Contreras y la artista plástica Irene Clouthier. De Monterrey estuvimos Rubén Torres (Torrego), Irma Herrera, Rosi Saldaña y una servidora.
El pueblo santaguiero en su totalidad se volcó en atenciones y muestras de un cálido carácter, forjado a base de entrega y corazón. Parte del nuestro -al menos del mío- se ha quedado en la tierra de los rituales y del ron, del verso y del canto, del abrazo y de las noches prolongadas a charla y conjuros compartidos.
En hora buena!
Con una serie de eventos artísticos y culturales que este año se dedicaron al país de Honduras, y cuya delegación, cabe mencionar, ante los acontecimientos de carácter político y social de los últimos días, no pudo asistir, fué honrada en diferentes actos, entrevistas e inaguraciones por las diversas delegaciones internacionales.
El grupo de México fué el más numeroso en participación, y entre las presencias más destacadas cabe mencionar la de los muralistas Julio Carrasco Breton y Polo Castellanos, Gabriela Alvares, Edgar Garcilazo, el poeta Jorge Contreras y la artista plástica Irene Clouthier. De Monterrey estuvimos Rubén Torres (Torrego), Irma Herrera, Rosi Saldaña y una servidora.
El pueblo santaguiero en su totalidad se volcó en atenciones y muestras de un cálido carácter, forjado a base de entrega y corazón. Parte del nuestro -al menos del mío- se ha quedado en la tierra de los rituales y del ron, del verso y del canto, del abrazo y de las noches prolongadas a charla y conjuros compartidos.
En hora buena!
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