Mucho he leido sobre Mijail en la red: es uno de esos autores que llama la atención. Y no es para menos, su trabajo deslumbra, alumbra concierne y sitia. Extraigo sólo tres poemas de su Contraverano tres telares, tres estados de un mismo reino: tres llamados.
Nostalgia que abunda, sí, mas no concuerdo con los críticos que asumen el desarraigo como parte del hemisferio de Contraverano: en mi opinión es justamente al contrario, Arraigo puro al acto de evocar, de destejer, de desmarañar; de re-crear las memorias enjuntadas de la infancia y sus correrías; de ese calor que atrapa a sudor e hilvana a alientos entrecortados la lluvia que no acontece como absolución del tiempo pasado. Mijail es puro sol, uno que arde y quema, uno que lacera y no duerme; su letra madeja la tristeza sí, y también (en un acto de la más bella vulnerabilidad humana) la desesperanza de quien no deja de esperar.
Los que gustamos de la literatura apreciamos su vasta y calificada aportación al universo de letras del país, y del mundo hispánico.
¡En hora buena MIjail!
Lo que antes fue desierto aún persiste
y en unas cuantas líneas crees recuperar todo
de nuevo,
recuperar aquel paisaje donde el verano cumplía
su destrucción inapelable.
Pero hay algo diferente,
las calles que recuerdas tienen zanjas más hondas,
las paredes de las casas tienen grietas
como relámpagos de piedra.
Crees que puedes volver a llenarte de polvo
los bolsillos,
Crees poder patera lejos de aquí remordimiento, rabia
y rencor
como si de cosa pequeña se tratara.
Crees que puedes volver y una sensación de sequía
en tu garganta te sorprende.
Te sorprende también aquella disposición al cariño
que justificaba cada golpe,
aquella sensación de no sentirte solo sin creer
que dios te vigilaba.
Y pronuncias en voz baja
una blasfemia que solamente a ti te conforta.
¿O es qué todo lo que has dicho no deja de ser
una conjetura
o una ávida reconstrucción de los hechos
o una manera de legitimar una mentira,
porque eres otra presa del olvido
y herido por el sol en el costado,
se han calcinado todos tus recuerdos?
No hay nada,
te cuesta trabajo creer que no hay nada.
Regresas para buscar en ti algo que permanezca
y compruebas que lo único palpable que posees,
ahora que ya es tarde y tienes sueño,
es el cuerpo de una mujer que no puede dormir
y te espera en otro cuarto.
Dejas la pluma que habías tomado para escribir
eso que no alcanzas a fijar,
apagas en silencio cada una de las luces de la casa
y el desasosiego no se extingue por completo.
Quisieras continuar pero ya es tarde.
Difícil estarse quieto
y sólo mirar lo que hay fuera de uno mismo,
sólo escuchar lo que la noche nos propone.
Sabes que es mejor así,
sin mover un ápice de la costumbre o romper el tedio
y dejar que la oscuridad se pose en todo lo que miras.
Pero esa oscuridad no basta para ensombrecer
tu recuerdo
no basta para extinguir la furia del verano que te habita.
Has querido renunciar a la luz que asalta tu recuerdo
a cada instante,
a la luz que te mantiene inmóvil frente a la mesa
donde escribes,
que te descubre en la boca una amargura de palabras
una sensación de hambre dolorosa.
No sabes explicar por qué el verano te persigue,
por qué el sol de aquellos días te sale siempre
al paso.
No puedes explicar por qué tu sombra se alarga
sin permiso,
por qué la agitación de unas palmeras, en medio
de una calle,
no te parece ahora tan lejana,
como sí te lo parece la distancia entre tu olvido
y tu recuerdo.
La voz de tu recuerdo no pudo obedecerte,
algo de ti regresa sin permiso ala dictadura de la luz
donde el calor instaura su pesadumbre,
donde la muerte se repite y te tiende la mano.
Como volver a la estación que nos abre un hueco
en el pecho,
a las calles estrechas iluminadas por el polvo,
a las palabras de consuelo que esperan la derrota.
Como volver a la rabia que se hospeda en el puño,
a los conjuros que destierran plagas de mediocridad
y conformismo.
Como volver al sitio donde hurgamos lo que el sol
nos ha robado con su fuego.
Como volver a pensar que lo que hacemos
no lo recuerda nadie,
no saber que el verano
es una lápida que está pensando en nuestra espalda.
Como volver a escuchar la música del más
desinteresado silencio
en estancias de conmiseración para uno mismo.
Como volver a recibir misivas de escarnio con fechas
abiertas
y ser derrotado por la indiferencia que abre fosas
a nuestro paso.
Como volver aquí.
Como volver.
Mijail Lamas estudió Lengua y Literatura Hispánicas en la Universidad Autónoma de Sinaloa. Fue becario de la Fundación para las Letras Mexicanas en 2005-2006 y 2006-2007. Ha sido becario del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Sinaloa. Es director de producción de Páramo Ediciones y traducido al español poemas de Luíz Vaz de Camoes, José Régio, Cesário Verde, Mário de Sá-Carneiro, así como algunas prosas de Carlos Drummond de Andrade.
Ha publicado poesía, traducciones y crítica en diferentes revistas y suplementos culturales del país, como Letras Libres, Tierra Adentro, Nexos, Luvina, Literal, Este País, Textos, Crítica, Biblioteca de México, Los perros del alba, La gaceta del FCE, Pliego 16, Hoja por Hoja y el suplemento cultural Laberinto. Sus obras publicadas:
- Los límites acordados. Ocho poetas jóvenes sinaloenses, Difocur, 2000 [antología]
- 1979 Antología poética, Ayuntamiento de Culiacán, 2005
- Cuaderno de Tyler Durden seguido de Fundación de la casa, Ediciones sin nombre/flm, 2007
- Contraverano. Fondo Editorial Tierra Adentro, México D.F., 2008
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